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Camagüey, 2 abr.- Lissett Abreu Quiroz anhela un mundo teñido de azul, un refugio seguro y transparente donde las tonalidades no alteren los sentimientos y prevalezca la tolerancia, haciendo del amor el idioma universal.

Es este el puerto seguro que anhela para Fernando Gómez Abreu, una extensión vital de su ser.

A sus 14 años, con ojos grandes y expresivos este infante encuentra en la música y las pizzas un deleite singular, interpretando la vida, sus formas y palabras de un modo único.

Fernando, siempre inquieto en busca de compañía, halla su faro en Lisset María, su hermana y la más fiel compañera, a pesar de sus jóvenes seis años ella entiende con certeza que todos los días deberían ser como el dos de abril, una jornada dedicada a la concienciación sobre el autismo.

Su madre comparte con emoción cómo, desde sus primeros días en el preescolar su hija proclamaba con certeza que sería maestra, pero no se trata de un anhelo común, pues su determinación apunta a una noble vocación: convertirse en una distinguida profesional de la educación especial.

Lisset María alcanza lo que a veces se nos escapa como padres, tal vez sea esa naturalidad propia de la infancia lo que le permite conectar de manera tan única, es difícil ponerlo en palabras; ella administra su medicina, lo abraza, convirtiéndose en el consuelo que apacigua muchos miedos compartidos, agrega Abreu Quiroz.

Desde temprana edad, Fernandito mostró una afinidad especial por la música, un talento que sus primeras educadoras en el círculo infantil Moticas de Algodón no tardaron en descubrir, ellas fueron las que encendieron la chispa de un viaje que es eterno.

Con el deseo de que cada corazón se impregne del color índigo, esta madre extiende su esperanza más allá del ámbito doméstico hacia las entidades de salud, la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, la Asociación Culinaria, el Proyecto Esperanza Azul y el Grupo Empresarial de Comercio, reservando un reconocimiento especial para la Unidad Empresarial de Base La Volanta por su invaluable apoyo, y por compartir la visión de un mundo visto a través de la singular pureza de seres excepcionales.

Abreu Quiroz recuerda con gratitud a aquellos que extendieron su mano cuando llegaron al Centro de Equinoterapia Jardín de Sueños, donde un equipo multidisciplinario trabaja incansablemente, y más tarde en La Habana, donde se confirmó el diagnóstico de Fernandito con trastorno del espectro autista.

Este es el mundo que ella desea para Fernandito: un mundo donde la comprensión sea omnipresente, en los parques, en la guagua, y donde la sociedad celebre cada avance de niños como él, Danielito, Katerine y Noel, cuyas miradas sinceras y puras conquistan el alma.

Por ello, como madre acoge cada sonrisa y cada lágrima de sus hijos como un regalo, llevando consigo ese mensaje vital de que para ver con claridad es necesario mirar con el corazón, uno que esté pintado de azul en toda su gama de matices. (Gladys Dailyn Morera Cordero/Radio Cadena Agramonte) (Fotos: Gladys Dailyn Morera Cordero, Humberto Cid González/Radio Cadena Agramonte y cortesía de la entrevistada)