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Esta vez sirve tanto para los orígenes griegos de la épica como para un oscuro y remoto pueblo del 1956 cubano, cuyo nombre de Sola, parece surgido para simbolizar el punto geográfico norteño y camagüeyano que le deparó el azar. Así ocurrió entre nosotros cuando el mito y el don de la improvisación se aunaron en Santos Rivero el 18 de septiembre de aquel año de 1956 y de la fecundación mítica nacieron las décimas de “Sola en llamas”.

El mito fatídico cuenta de la maldición de aquella obre lugareña a la que algún descuidado egoísta negó el agua y que –por privársele del elemento que sofoca tanto la llama de la sed como la llama literal devoradora del incendio, maldijo y condenó al pueblo a padecer tres veces la furia del fuego 10 años – por medio entre uno y otro – hasta el tercero, bajo aquella piromaniaca condenación que lo aniquilaría todo sin remedio, los habitantes de Sola se erizaron de espanto, cuando aquel 18 de septiembre estalló el segundo y, como si fuera poco por obra de una centella caída de lo alto. Y no era para menos porque el primero había ocurrido casi exactamente 10 años antes, el ¿3? de septiembre de 1946.

Tal vez fuera lo que él pensó que sería el cumplimiento trágico de la profecía sibilina, lo que turbó la razón de Amador Vega – dueño de la ferretería en que estaba el tanque de petróleo que incendió el chispazo del rayo, - y lo hizo privarse de una vida que él creyó, en el instante de la lucidez momentánea de la locura, - a los primeros resplandores del siniestro - condenada a padecer de un literal infierno entre las llamas terrestres de una muerte anunciada.

Cumplimiento misterioso de la maldición o no, todo conspiraba, sin embargo, para que, aún calientes las cenizas, surgiera el testimonio poético. El pueblo tenía su improvisador cronista y así surgieron las décimas de “Sola en llamas”.

Pero Santos Rivero debió escribir romances y no improvisar décimas y hoy estaríamos aquí comentando el Romance de la maldición siniestra o cualquier otro título alusivo a la catástrofe que asoló por segunda vez a Sola, como si su nombre no exigiera mayor consideración de los acontecimientos.

En efecto los que se nombraron a sí mismos maestros descubridores y que fueron realmente nuestros primeros asoladores, llegaron en 1492 con el arcabuz en ristre y el romance en los labios.

Según nos afirma una autoridad en el estudio del romance en Cuba, Carolina Poncet, “los soldados de la conquista tenían la imaginación saturada de romances castellanos e indudablemente los trajeron a Cuba, como los llevaron a otras comarcas americanas”.

Sin embargo, esa forma estrófica de radical raigambre popular, no generó en Cuba, al calor de la conquista, una saga romancera que nos hubiera convertido a Santos Rivero en un cultivador de esa poesía curiosamente narrativa, tan conveniente para su asunto, los desmanes del incendio y la muerte de Amador.

Lo que ocurrió fue que “los más antiguos poetas de nombre conocido que florecieron en Cuba en el siglo XVIII” mostraron “una marcada predilección por la décima”.

La décima o espinela, como bien se sabe, nos quedó como arraigada herencia española, en lugar del romance.

¿Qué puede explicar, en fin, esa preferencia? Carolina Poncet opina que el cubano no ha sido adepto jamás a la poesía narrativa, algo que no se discute porque tiene la fuerza de un hecho pero que no explica suficientemente la preferencia.

La investigadora afirma que la muelle poesía popular cubana se distingue por una vaciedad de conceptos que necesitaría como compensación la melodía y el ritmo de estrofa aconsonantada, artificiosa y pulida en la forma, como lo es la décima. Y que en relación con esta el oído musical característico del cubano exige una estrofa cadenciosa y rica en consonantes.

Así la décima por sus rimas repetidas e ingeniosamente dispuestas y por la armoniosa distribución de los acentos, fue el metro preferido de la poesía popular cubana.

No obstante, lo que no se puede advertir pues la voz popular criolla siguió el instinto de la española compuesta por octosílabos, opción métrica que continúa entre nosotros la tradición popular española, metro natural, que brota espontáneamente, al parecer sin ningún esfuerzo, medio expresivo al que acude la voz del hombre sencillo de pueblo cuando quiere echar sus penas del alma, como hizo Martí con sus versos octosílabos de engañosa sencillez y en fin, no deja de ser curioso que estrofa tan elaborada, y artificiosa como la espinela haya sido la preferida por maestros improvisadores y repentistas populares.

De manera que entre nosotros, como nos dice el notable cubano Antonio Bachiller y Morales en 1860, “en décimas canta en nombre del pueblo, décimas se improvisan en las mesas de sus modestos festines y en décimas se pretende conservar la memoria de los acontecimientos notables en esta tierra de eterna primavera”.

Así ya en nuestra primera publicación de importancia literaria, el “Papel Periódico de La Habana”, editado desde 1790 se incluye un gran número de décimas. Y en 1833 en una Colección de poesías que comprende composiciones escritas en años bastantes anteriores se propone su editor “resucitar recuerdos” y dar “materiales a la historia de las letras” con un conjunto de décimas escritas en elogios de personajes, para conmemorar funerales, describir incendios, despedir a viajeros, etcétera. Ya en la fecha señalada, 1790, se nota lo muy extendida que estaba la estrofa y se aprecia su aplicación para conmemorar acontecimientos locales.

En el siglo XIX se acentuó mucho más el carácter popular de la décima y su función de narrar los acontecimientos importantes de la vida de la ciudad, catástrofes, etc. o contar la vida y amores el campesino.

Por la noticia de Carolina Poncet que data de 1913, sabemos que cuando la décima trata temas importantes de la vida del poblado “alcanza los honores de la impresión en hojas sueltas, que se pregonan por las calles” enunciando su título. Con una de aquellas hojas, ya amarillenta y desvaída, nos llegó el conocimiento de “Sola en llamas”.

Sola en llamas

DÉCIMAS

1

Sola, mi pueblo natal,

por segunda vez la llama

convierte en horrible drama

a tu centro comercial.

Fue el otro suceso igual

aunque menos lamentable,

pero esta vez es notable

la tristeza y el dolor

por la muerte de Amador,

nuestro amigo inolvidable.    

 

2

Una eléctrica descarga vino

sobre su edificio

que originó un gran bullicio

y lamentación amarga.

Produjo una llama larga

difícil de contener,

empeñada en deshacer

los cimientos de la nave

presagiando que algo grave

había de acontecer.

 

3

Así fue amable lector,

el voraz incendio era

una carta mensajera

de la muerte de Amador.

Y es que ese sabio escritor

que reside en el arcano

no se dirige al humano,

sino por estos ejemplos,

para llamar a sus templos

al ateo y al cristiano.

 

4

Vega se hallaba dormido

cuando el siniestro ocurrió,

pero que lo despertó

el estrepitoso ruido.

Suponemos que aturdido

por el estruendo y la llama

tomó el arma allí en su cama

la que a manera de artista

lo hizo protagonista

de tan lamentable drama.

 

 

5

Seguía ardiendo la bodega

de una manera imponente

mientras José el dependiente

corrió a rescatar a Vega.

Y cuando a su lado llega

exclama con gran horror:

-¡se ha dado un tiro Amador!,

lo hallo grave en el semblante

señores, pero no obstante,

llevémoslo al doctor.

 

6

Lo llevaron enseguida

a presencia del doctor

quien diagnosticó: Amador,

señores, no tiene vida.

Y es que el instinto suicida

fue tan brusco y espontáneo

que cual a tierno geranio

dejó la bala malvada

totalmente triturada

las frontales de su cráneo.

 

7

Y mientras esto ocurría

en el regio gabinete

el pueblo estaba en gran brete

y constante algarabía.

La guardia y la policía

luchaba heroicamente

para que el monstruo

/vehemente

de allí desapareciera,

pero todo esfuerzo era

inútil completamente.

 

8

Todo aquello era terrible,

gritos y pitos de alarma

que conmovían el alma

al hombre más insensible.

Aquel fuego inextinguible

en horrible combustión

consumió al hotel unión

desde la cima hasta el piso,

la vivienda de narciso

y la tienda de ramón.

 

9

El incendio se extendía

y en una enorme explosión

saltó del hotel unión

para la carnicería.

Toda aquella cuadra ardía

en sentido general,

porque aquel fuego infernal

devoró hasta los cimientos

en los establecimientos

de Perfecto y Berrocal.

 

10

Los bomberos acudieron

de Camagüey y Vigil

y en un esfuerzo viril

a las llamas extinguieron.

Aquellos hombres rindieron

una estupenda labor

porque sin ningún temor

pusieron coto a la llama.

Y así finaliza el drama

que representó Amador.

 

11

Yace en el sepulcro Vega

que dios lo perdone “amén”

y vendrá dios sabe quién

a disfrutar su bodega.

Esa es la perenne brega

del hombre que no reposa

en una lidia afanosa:

“y es la vida en realidad

nada más que vanidad

y enfermedad trabajosa”

 

12

En fin, amable lector,

os suplico una y mil veces

que elevéis al cielo preces

por el alma de Amador.

Pidámosle al redentor

que le de descanso y paz

y unidos antes su faz

roguémosle en oración,

porque nuestra población

no vuelva a quemarse más.

 

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