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Foto: CadenagramonteFoto: CadenagramonteLos vietnamitas liberaron entre los dos últimos días cientos de miles de carpas en ríos y lagos para que, jinetes sobre ellas, los genios Ong Cong y Ong Tao lleven sus pedidos al Emperador de Jade en ocasión del Tet.

Esta vez, el Nuevo Año Lunar comienza el 5 de febrero próximo, pero desde hace días las familias están ocupadas en los preparativos de su más importante fiesta anual. Y la tradicional liberación de carpas doradas y rojas es uno de los más importantes.

Comprensible, porque la misión de Ong Cong y Ong Tao —los genios de la Tierra y de la Cocina— es nada más y nada menos que informar al Emperador de Jade cómo se han portado las familias en el año que concluye y hacerle llegar sus deseos para el próximo.

Pero a los Tao Cong, como también se les llama, hay que crearles las mejores condiciones para llegar al cielo y entonces en los altares se les ofrendan alimentos, frutas, flores y agua, de modo que nada les falte en el largo camino hasta allá.

En honor a los mensajeros, en la fecha también se queman mantas, botas, sombreros, ropas, billetes falsos y otros artículos de papel, regularmente rojos y dorados, porque como todo el mundo sabe o debiera saber, esos son los colores de la buena suerte y la prosperidad.

Una vez hecho todo eso, los Tao Cong están listos para emprender viaje y es entonces cuando se liberan las carpas en ríos, arroyos y lagos, costumbre que, por demás, se considera una muestra de gratitud y respeto hacia los animales.

Cumplido el compromiso con las carpas, los vietnamitas regresan a sus hogares y los limpian y decoran, sabedores de que el buen comienzo del Tet pasa por la purificación, el orden y la limpieza.

Ong Cong y Ong Tao estarán de vuelta a la Tierra en vísperas del Nuevo Año y, justo a la medianoche, ante la familia reunida, harán saber de alguna manera que cumplieron la misión de convencer al Emperador de Jade de que derramara dicha, prosperidad y abundancia sobre el hogar.

La tradición tiene su origen en una leyenda, según la cual un leñador, un cazador y su mujer murieron abrasados por el fuego en la cocina de esos últimos, por amor y lealtad.

Apiadado de ellos, el Emperador de Jade decidió recompensarlos y los convirtió en dioses con la misión de proteger a los hogares de los vietnamitas y llevarles sus mensajes en cada Nuevo Año Lunar.

Los descreídos dicen que el ceremonial se reduce a quemar chucherías y a soltar unos pececitos al agua, con lo que los únicos beneficios de todo esto irían a zambullirse en el nada celestial reino de los comerciantes y los criadores de carpas.

Pero ¿a quién se le ocurre vivir tan apegado a la realidad? Las leyendas son más bonitas (Cadenagramonte)Foto: CadenagramonteFoto: CadenagramonteFoto: CadenagramonteFoto: CadenagramonteFoto: CadenagramonteFoto: Cadenagramonte