Foto: PLLa Habana, 24 jul.- Varios servicios de inteligencia se mueven en la sombra en la región del golfo Pérsico, mientras crecen las tensiones entre Irán y Estados Unidos, desde que Washington abandonara el acuerdo nuclear hace un año.
No es de extrañar esos movimientos en una zona donde no faltan pretextos para desencadenar un conflicto, en especial para controlar la ruta del 35 por ciento del petróleo mundial que se mueve por los océanos.
El teniente general Robert Ashley, jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, ve la guerra como algo que nadie quiere y no cree que Irán, China o Rusia deseen ese escenario.
Varios buques petroleros fueron blancos de ataques con explosivos, de lo cual gobiernos occidentales y árabes del entorno tratan de culpar a las fuerzas navales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, sin evidencias probatorias de tales juicios.
Por otra parte, la detención de un petrolero iraní por fuerzas británicas en el estrecho de Gibraltar añadió un contendiente y calentó más la región, aunque Reino Unido como potencia colonial siempre se mantuvo en el área, al igual que Francia.
A las tensiones pudiera seguir la alarma, pues un conflicto armado en el área no es beneficioso para nadie, incluso ni para Israel que busca la destrucción de la nación persa.
Analistas y medios de prensa aseguran que ni Teherán ni Washington desean un enfrentamiento pero ninguna de las partes quiere ceder en sus posiciones.
En el caso de los iraníes presionan para la suspensión de las sanciones y llaman a la Casa Blanca a retornar al acuerdo nuclear del que el presidente Donald Trump se salió en mayo de 2018.
Los estadounidenses, aunque ven en la nación persa un peligro para mantener su hegemonía en la región, presuntamente tratan de evitar un choque cuando las elecciones en las que el mandatario pretende reelegirse están al doblar la esquina.
El enriquecimiento de uranio por encima de lo que se acordó en el malogrado acuerdo Programa de Acción Integral Conjunta (PAIC) no es un argumento creíble para justificar una agresión, pese a las especulaciones que eso le facilitaría el camino a Teherán hacia el club nuclear.
Washington y sus aliados saben que es falsa la posibilidad de fabricar la bomba con el enriquecimiento actual, anunciado por la nación persa el 7 de julio en base a los artículos 26 y 36 del PAIC, estimaron analistas en el tema.
Los iraníes aumentaron su nivel de enriquecimiento al 4,5 por ciento, alejados aun del 80 por ciento o más necesario para producir un artefacto nuclear, dijeron los expertos.
Para observadores, es previsible que los contendientes busquen un escenario a fin de entablar conversaciones, sin descartar que alguna acción fuera de control pudiera detonar un conflicto de imprevisibles consecuencias.
EL LUGAR MÁS PELIGROSO DE LA TIERRA
Un análisis publicado por el sitio www.theamericanconservative.com asegura que el estrecho de Ormuz es el lugar más peligroso de la Tierra.
Suscrito por Scott Ritter, experto en el área, el texto plantea que las sanciones estadounidenses crearon un polvorín, como lo demuestran los recientes enfrentamientos entre el Reino Unido e Irán, y todo lo que se necesita es una chispa.
En Washington hay divergencias a lo interior del gabinete de Trump; el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, pese a que se dice perdió protagonismo, empuja la posición de los neoconservadores y junto al secretario de Estado, Mike Pompeo, insisten en buscar un incidente detonante de un enfrentamiento.
Al parecer, Trump no quiere aventurarse en un choque en el que Estados Unidos pudiera estancarse y poner en juego su posible reelección. Lo más probable es que vaya por la variante de crear el caos y luego presentarse como el gran arreglador, valoraron los especialistas.
Mientras se decide, el estrecho de 90 millas de longitud será el lugar más explosivo de la tierra, no solo por incidentes que puedan crearse entre los Estados, sino también porque existen en el área grupos sin banderas que se favorecerían de la colisión armada entre contrarios tradicionales.
Análisis de medios de prensa sugieren que lo ideal sería el retorno de Washington al PAIC luego de un acercamiento, tras la falta de resultado de su campaña de 'presión máxima' para negociar un nuevo tratado.
Eso conllevaría al cese de las sanciones económicas paralizantes, incluida la aplicación de las denominadas sanciones secundarias, dirigidas contra naciones y empresas que hacen negocios con Irán en violación de los embargos extraterritoriales que aplica la Casa Blanca.
En este ambiente, las partes se mueven tras bambalinas y existen gestiones diplomáticas, mientras algunos apuestan a una solución negociada, la cual impediría el conflicto y que Irán cierre el estrecho de Ormuz, algo que dicen ellos no hará.
En este convulso escenario, tanto Trump, como su par iraní, Hasan Rohaní, plantean que no quieren una guerra, sin embargo otras figuras a ambos lados son un poco más ambiguas.
Por otra parte, incidentes como la reciente detención de supuestos funcionarios de Inteligencia estadounidense en Irán, tras meses de creciente tensión, son apenas señales de lo que podría venir en un futuro cercano.
Las autoridades iraníes, sin embargo, reiteran que la República Islámica no quiere guerra con Washington y está dispuesta a volver a la mesa de negociaciones siempre que el país norteamericano regrese al acuerdo nuclear y levante las medidas punitivas impuestas.
Resulta evidente que el escenario está servido para todas las opciones, alguna de las cuales, por ejemplo, la guerra, pudiera resultar en una errónea interpretación de los mensajes entre las partes o la acción encubierta de las poderosas fuerzas que se mueven en la sombra. (Con información de PL)