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Abril, 2020.- La música lejana, pero tocada con exquisita certeza, llamó mi atención, aun sin estar segura de dónde venía interrumpí el encuentro en que participaba para llegar justo hasta el lugar donde sonaba aquella sucesión de acordes musicales que hacían posible una progresión armónica.

Mi asombro fue mayor cuando vi detrás de aquel instrumento musical a la niña que años atrás cantaba en las actividades de los artistas aficionados de la Casa de Cultura, aunque sabía que Chris Daniela Díaz Cabrera es estudiante de 2do año de Percusión en la escuela José White de Camagüey, no esperaba encontrarme con ella en ese lugar.

Supe, que cada mañana esta muchachita apasionada de los ejercicios, la moda, la costura, las fotos y el baile, se dan cita con el piano para practicar las lecciones que debe consolidar para su profesión.

No sé si fue nostalgia, melancolía o quizás orgullo, pero si estoy segura que varios sentimientos se me unieron al saber que esa niña, que desde pequeñita incursionó en el arte, se había convertido en una apasionada de la música y yo con mis escasos conocimientos no podía siquiera calificar lo que tan armónicamente, a mi modo de ver, salía de aquel piano.

Con un enorme poder de la concentración, así como hacen los grandes compositores cuando tienen ante sus ojos la obra de arte que más se asemeja a lo perfecto, tocaba Chris Daniela, por varios minutos, sin percibir que el flash de mi cámara captaba su imagen o que los gorriones hacían ruido y los carros sonaban su claxon, en fin, eran muchos los sucesos que pasaban inadvertidos para ella.

Con una amplia sonrisa y la ingenuidad propia de su edad, recibió mi visita o mi interrupción, pero sin dejar de tocar y entonces yo queriendo descubrir en ella más emisiones de las que percibía, comencé con las interrogantes, las que contestó sin dejar de mirar las teclas del piano, pero con la alegría de un artista que recibe a un fan y fue entonces cuando me dijo con total desenfado: ʺHola, cariño, disculpa, quería que escucharas lo que aprendí hace solo unos minutos…ʺ.

Entonces supe que su pasión era grande comparada con mi asombro ʺ...Para mí es un orgullo tenerte a mi lado porque los artistas pertenecemos a una sola familia los que crean y construyen y tú eres una de ellaʺ.

Esta adolescente me había regalado la melodía perfecta, al considerarme una artista y fue entonces cuando me dediqué media hora a escuchar su música como quien va a evaluar los conocimientos, y logré adaptarme en cierto grado a su fondo musical.
La joven al verme entusiasmada me permitió conocer más sobre su otra pasión, la tumbadora y me contó como con materiales reciclados en su casa suple la falta de algunos instrumentos para continuar preparándose en busca de sus sueños.

Grandes son las fantasías de quienes en tiempos de pandemias superan las adversidades para convertir la vida en música y lo real en maravilloso. Así como he visto hoy a Chris Daniela, sentada en una improvisada banqueta, disfruté de las actuaciones de talentosos artistas que después triunfaron en grandes escenarios. Por eso sigo creyendo que las utopías solo son posibles cuando se impulsan desde el corazón. (Fotos: Autora)