Pin It

Sierra de Cubitas, 16 jun.- No recuerdo exactamente qué dijiste cuando me viste por primera vez, parece que el tiempo cómplice de la inocencia oculta con un velo sutil aquello que imaginamos pueda dañarnos aunque sea virtualmente, pero el tiempo jinete undoso siguió su camino y limó las impurezas e imperfecciones de tú mente y eres tú papá, el primer recuerdo que guardo de mi mano cogida en ese paseo por el mundo tan lleno de peligros y tentador a la vez.


Fuiste, eres y serás siempre la figura que se erige fuerte en el centro de mis sentimientos y cubre el espacio de mi corazón.
Papá, todavía recuerdo como si fuera ahora tú protección, tus caricias, tus manos, tus comidas compartidas conmigo, tú preocupación ante la más mínima enfermedad, tú visita a la escuela y mi temor de que te contaran mis travesuras.
Retengo también, aquellos cuentos interminables inventados por ti y los fuertes regaños donde yo lloraba y tú terminabas abrazándome y sintiéndote culpable, todo eso lo recuerdo y más, porque el olvido está cargado de memorias.
Todavía consulto todas mis decisiones contigo y te pregunto qué es lo que pudo haberme salido mal. Sé que en el olimpo donde te encuentras te complace cada uno de mis triunfos y los haces tuyo.
Dicen que madre hay una sola y que padre es cualquiera, pido disculpas por no estar de acuerdo, mi padre, fue uno, ese que labró mi camino, me diseñó a su imagen y semejanza, volcó en mí todas sus aspiraciones y me permitió emprender sola el camino que prepara la vida con fracasos, logros, virtudes y defectos, con interés y sin él.
Así son los verdaderos padres, fuertes, con decisiones propias, tenaces, emprendedores, pero siempre al lado de sus hijos, para que brillen con luz propia e inspiren a escritores y periodistas.
Estoy segura que en la constelación de estrellas que te rodea sigues permitiendo luz a tus hijas necesaria en nuestras vidas.
¡Felicidades papá!

(Texto: Georgina González Meléndrez) (Foto tomada de Internet).