Sierra de Cubitas, 28 sep.- Siempre te veo allí, sentada, callada, triste, con tu piel tan blanca y tus cabellos rizos, quienes llegan se impresionan, nunca han visto algo igual, sigues con el vestido de seda rojo que cubre todo tu inmenso cuerpo y tu tiara de flores de azar, capaz de crecerte antes las adversidades, como la madre acogiendo en tu seno a todo aquel que te visita, no importa cómo, ni dónde, ni cuándo , ni su raza, credo o religión a la que pertenezca, tampoco importa si es de lejos o de cerca, si viene solo o acompañado, siempre le brindas tu hospitalidad.
Sola, doncella que canta y danza entre los hermosos paisajes del norte camagüeyano que cuando cae la noche abres tu inmenso velo de novia dejando ver a tus fieles pobladores el ocaso, quienes sentados en los emblemáticos bancos llenan los espacios felices de habitarte.
Con tus 104 años recién cumplidos sigues allí para todos, siempre silenciosa como si estuvieras planeando el futuro, con la vista al frente y los pensamientos claros, oculta entre las grandes montañas cubiertas de extensa vegetación y amplia fauna que abrigan tu lindo rostro.
Aun así resalta tu belleza, tus tierras fértiles, tus sembrados, tu historia y sobre todo tu hermosa sonrisa dejando en el recuerdo de quienes te conocen un aroma agridulce quizás con sabor a naranja.Entre risas y murmullo ha transcurrido rápido el tiempo y sin darme cuenta pasé parte de mi vida en este lugar, que no es el mejor del mundo, pero guarda mis mejores recuerdos como una damisela que atesora la prenda que le dejo su amado. Aquí transcurrió mi infancia jugando con los amigos que nunca olvidaré, cursé mis primeros estudios y conocí a mi primer amor.
Muchos parten a otros lugares del mundo, algunos solo la dejan momentáneamente, otros se aferran a la idea de permanecer con ella hasta la muerte, y sin embargo, sigue allí como la novia que espera, sin importarle cuál es la causa por la cual te encuentras lejos de ella, o sencillamente porque la dejaste, pero estoy segura que siempre la extrañarás y desearás regresar, como yo, aunque sea por última vez.
Sola, mi pueblo querido, nunca podré olvidarte, porque allí nací, crecí y quizás muera, no podré borrar de mi mente el beso fino de esta vieja dama, que no importa cuántos años pasen, sigue como si el tiempo no la afectara, con los mismos lugares, trasladándome al pasado con su mirada, haciéndome recordar, que algún día estuve allí. ¡Felicidades Sola en tus 104 años de fundada! (Texto y fotos: Georgina González Meléndrez)