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Sierra de Cubitas, 15 ago.- Es difícil escribir sobre personas que muchas veces las vemos como inmortales, condición que se gana en el bregar constante de la vida y sobre todas las cosas por aquellos que dan lo mejor de sí sin importar el esfuerzo que solo será palpable en los resultados del quehacer diario.

Tristeza y dolor son sentimientos que nos embargan ante la desaparición física de Antonio Moltó, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y premio Nacional de la Radio 2016, razón que hoy más que nunca nos exhorta a mantener cada uno de sus pensamientos sobre el trabajo de la prensa en los tiempos actuales, el mismo que cree, como Martí, en la utilidad de la virtud.

Sin lugar a dudas, a la prensa que tanto amaba le queda un camino largo por recorrer en la materialización de los acuerdos emanados del noveno Congreso de la Upec, en los desafíos que enfrentamos quienes integramos este gremio con una única señal la que ya está dada.

De Moltó nos queda la unidad, el respeto, la ética, valores que siempre defendió y que multiplicó en esa gran familia que es la prensa cubana. Cada enseñanza es un bastión potente en la tarea encomendada que sabremos cumplir con fidelidad porque es la mejor manera de convertir el dolor en fortaleza.