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La presencia de aborígenes en el territorio cubiteño se advierte, en primer término por la toponimia de numerosos lugares cuyo origen corresponde en el léxico de los araucos indo cubanos.

Este es el caso de Aguará, Anama, Bogá, Bainoa, Banao, Cairige, Camaján, Canasí, Caracamisas, Corojo, Guanaja, Guano, Güire, Jagual, Jagüey, Jiquí, etc.

Todos estos nombres son extraídos de las comarcas geográficas del territorio de cúbicas cubitas.

En segundo término se advierte esta presencia por las numerosas toponimias (estudios de los nombres propios de un lugar).

Pinturas rupestres de indiscutible fractura aborigen que se encuentran en numerosas cuevas de la cordillera; donde se han realizado investigaciones como en:

-La cueva de los portales de pinto.

-La cueva El Indio general.

-La cueva de las Mercedes.

-La cueva de María Teresa.

-La cueva de Pichardo.

-La cueva de los Generales.

Con estas investigaciones no se hallaron evidencias de habitación permanente o estable en las cuevas anteriormente mencionadas.

Quedando determinado por ello, que fueron caracterizados como sitios ceremoniales. En cambio en la llanura costera se detectaron sitios de habitación permanente correspondiente a comunidades agroalfareras, en zonas aledañas a una de las tres terrazas marinas que dividen el área, coincidentemente donde ocurre afloramiento de las aguas subterráneas; o sea, en los llamados: POCOS OJOS DE AGUA.

A estos sitios se denominaron:

-Sitio arqueológico de habitación Saimí I.

-Sitio arqueológico de habitación Saimí II.

-Sitio arqueológico de habitación Saimí III.

En estos sitios se han encontrado evidencias de restos alimenticios, así como gran cantidad de artefactos; entre ellos fragmentos de cerámicas como: vasijas, bureres y muñecos o ídolos; lo que hace posible ubicarlos como asentamientos más importantes, hasta ahora descubiertos en el territorio.

En otras cuevas de la zona se han encontrado huesos humanos y ofrendas consistentes en su mayoría en vasijas de cerámicas, que los señalaban como cuevas funerarias donde se practicaban los enterramientos. En ninguno de los casos parece existir en tiros verdaderos, sino el simple hecho de arrojar a los muertos en las cuevas. Ellos son:

-La cueva de América.

-La cueva de Saimí I o Sola 6.

-La cueva de Los Esqueletos I.

-La cueva de Los Esqueletos II.

La zona de cubitas se ha clasificado como región arqueológica por el hecho de encontrarse la actividad humana aborigen en los sitios de habitación, en los sitios ceremoniales tienen zonas de enterramientos o funerarios.

Todo esto concuerda con el patrón de asentamiento establecido para los grupos culturales de Cuba y las Antillas.

Las pictografías de la zona de cúbicas fueron conocidas como tales mucho antes que las primeras referencias existentes sobre arte parietal como el resto del mundo, incluidas las más conocidas pictografías del occidente europeo. En este caso está la cueva de María Teresa que casi 40 años antes del hallazgo de Altamira (España 1878), que tiene morales con toros; en la que publicó una referencia a dibujos parietales de factura aborigen en el artículo adicional a los apuntes para la historia de Puerto Príncipe del año 1839; donde aparece: "La cueva María Teresa se halla en el barrio de Limones. En sus paredes se advierte a todo lo largo una cenefa, igual a las de algunas de nuestras habitaciones lo que persuade que no es obra de la naturaleza y más si se atiende a la igualdad del dibujo a la finura de los colores, a las proporciones, etc. Se infiere que esta cenefa es obra de los antiguos que tal vez vivieron o se alojaron algún tiempo allí..."

También es publicado en 1841 una referencia a estas pictografías en la novela "SAB" de Gertrudis Gómez de Avellaneda en el Capítulo diez, refleja que: "... los naturales hacen notar, en la llamada cueva de María Teresa, pinturas bizarras designadas en las paredes con tintas vivísimas e imborrables colores, que aseguran ser obra de indios..."