Foto: CadenagramonteUn elefante invade la calle Maceo, de la capital agramontina. Lo acompañan juglares y la gente, la gente que mira y se detiene para mirar de nuevo.
Hay un elefante en el paseo peatonal camagüeyano, pero por favor, que nadie venga a molestarlo, que nadie pretenda por normas irracionales y sin almas, quitarle ese lugar.
Él prometió no dañar las vidrieras y a cambio de que le permitan el paso nos ha dado el mejor de los regalos: hay arte en nuestras calles y niños que sonríen.
Sorprende ver en estos tiempos, en que algunos dudan del poder del teatro, que un elefante y un poco de juglares hagan detenerse en medio del comercio citadino, a quienes pasaban por allí en busca de solucionar necesidades básicas, a quienes buscaban detergentes, condimentos, ropa quizás, y encontraron de repente algo que también necesitaban: alimento y vestuario para el alma.
Un elefante es cosa seria, señores, cosa seria que hace reir, que enseña, educa y forma. Niños y adultos se detienen a observarlo, a escuchar su historia.
La osadía de los artistas nos demuestra que el buen arte siempre encuentra públicos y espacios.
Aplausos para Teatro de Luz por el regalo de este y todos los viernes hasta diciembre próximo, pero aplausos, sobre todo, por el atrevimiento de hacer del ahorro de electricidad en su sala ante la actual situación, una oportunidad para el derroche de personajes y escenarios, para ocupar las calles como todo artista debe hacer de vez en cuando, sin cobrar un centavo y ganando la suerte del agradecimiento popular.
Aplausos espontáneos en Camagüey, tierra de teatristas, de teatros y de tantos escenarios como calles y plazas tenemos, porque vale más salir al encuentro de los públicos que sentarse a esperar por las luces y el audio.
Que siga entonces el elefante irrumpiendo en nuestra urbe, y que nadie tema, no romperá cristales, temámosle mejor al arte que se estanca en las fronteras de una sala.
Mientras haya artistas que a viva voz y al aire libre se entreguen a su gente, habrá salvación para nuestro arte. (Tomado de Cadenagramonte)