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Foto: Cadenagramonte.Foto: Cadenagramonte.Quizás nadie imaginó que el paso devastador de los huracanes George y Mitch por varias regiones de Centroamérica y el Caribe, en el año 1998, probaría nuevamente la solidaridad de los cubanos ante situaciones de desastres y otras contingencias.

Estos fenómenos meteorológicos cobraron vidas, causaron desapariciones y millones de damnificados, además de los cuantiosos daños a la economía, infraestructura y recursos materiales; pero ante ese panorama desolador, no faltó la respuesta inmediata de los galenos cubanos que acudieron a calmar el dolor de las comunidades afectadas.

Un año después, motivada por estos trágicos acontecimientos, nació por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, una institución de jóvenes humildes provenientes de varias latitudes de Latinoamérica, África y Estados Unidos, que ofrecía la oportunidad de formarse como profesionales de las Ciencias Médicas en la mayor de las Antillas.   

Con tal impronta surgió la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en La Habana. Los primeros estudiantes, procedentes de Nicaragua, materializaban así el noble y solidario gesto del gobierno de Cuba, portador de la voluntad política necesaria para ayudar a otros pueblos.

La fundación de la ELAM es la continuidad histórica de un rico programa de ayuda social, que se remonta a los inicios de la Revolución, cuando fue preciso enviar a Argelia, en 1963, a un ejército de batas blancas para salvar vidas en esa nación.

Si bien es cierto que los estudiantes latinoamericanos han carecido de oportunidades de superación en sus países de origen; en Cuba, la solidaridad y el compañerismo afianzan su formación profesional desde un modelo esencialmente humanitario.

Este proyecto, que forma parte del Programa Integral de Salud (PIS), materializa los sueños de esos jóvenes humildes que estudian la carrera de Medicina, quienes al término de seis años retornarán a sus comunidades para contribuir a la sostenibilidad de sus sistemas de Salud.

Es así como la ELAM, al cabo de 16 años, consolida el esfuerzo del Estado cubano de fortalecer y extender la colaboración médica a varias regiones del continente; una prueba fehaciente de lo que puede hacer una nación pobre en recursos económicos, pero rica en capital humano y espíritu de integración. (Cadenagramonte)