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Anuncio que respaldaba – para alguien siempre con dudas “razonables”– una segunda y confirmadora formulación: esa visita se haría coincidir con nuestra “ Semana de la cultura “ ; más otro adelanto: su presencia aquí engarzaría una nueva edición del referido título, impresión y tirada ya acordada con el Instituto Cubano del Libro. Teníamos una buena noticia cultural, el compromiso político de su fecha, información de primera mano y oficial y hasta la anuencia de “sellos reales “.

Un vibrador de alerta, jalonándome por las mangas, al parecer por un sencillo detalle, coartaría mi entusiasmo prematuro, haciendo necesario precisar el suceso y no meramente enmarcarlo.

Tanto la presencia del escritor, como el nuevo lanzamiento de esta obra para la privilegiada ocasión, constituía una particularidad innegable en el ámbito local que con seguridad mimaba nuestro principal evento del año. Sin embargo, no debíamos por “la emoción perder la razón“, orillando conquistas anteriores.

La “Semana de la Cultura” Municipal ocurre cada año en torno a la fecha de fundación del poblado de Sola (localidad cabecera del territorio) y aunque tal realización y denominación expresa todavía su legado y significación original, en lo relativo a su extensión, últimamente, nos remite más a “El cuentero” de Onelio Jorge Cardoso.

Adverso a no suplantar estas dos condicionantes ,la de desviar el objeto tradicional y natural de celebración y maniobrar comprometiendo la fecha auténtica, dado el actual y casi exiguo margen del evento, y ya aproximadamente abocado a sugerir que debían tomarse en cuenta estas, la intuición trajo al nivel racional un flujo revelador tan pesado como un cubo de mezcla: la fuente documental que sustenta el momento oficial de la fundación del poblado de Sola es , por “extravagante” lógica , una comunicación que el entonces alcalde de La Gloria envía a su homólogo de Camagüey ; al unísono devinieron , como si aquello destupiera lo demás, un torrente de incidencias trascendentales, muchas delante de nosotros e ignoradas hasta hoy , en el nexo histórico entre ambos poblados.

El escaso hormigueo urbano de Sola , el transcurrir de su gente y de su vida en días normales , comienza y termina con la primera llegada y la última salida del ómnibus desde y hacia La Gloria. Sola debe reconocer que ha podido sobrellevar y revertir su emigración ,en parte y particularmente, por el éxodo que sale cada año de La Gloria con destino a ella.

Probablemente fuera Charles Burford el iniciador conocido de esa marcha , siendo vecino primario de La Gloria y establecido luego ,temprana y casi definitivamente, en Sola. Más de lo que pudiera pensarse los inmigrantes de La Gloria en la actualidad compactan no sólo las zonas de la periferia , sino también ocupan dispersos áreas del centro de Sola, incluida su avenida principal. Es difícil recorrer una cuadra del poblado sin constatar las personas de ese origen, fundamentalmente en familias hechas allá con menor presencia aleatoria, hipotéticamente por razones sociológicas profundas, si bien , dado el paso de los años, ya es menos común que alguien de pleno desarraigo y en un paroxismo de gloria testamente sus deseos de un entierro en el cementerio de la colina.

Pero, probablemente no fuera Charles Burford , sobre el que recaen todas las culpas , el pionero en partir y sí Beatriz Basulto , que dejó La Gloria City en 1931 , a los diez y seis años y donde había vivido desde 1917 , pertenecía entonces ella a una de las pocas familias cubanas que residieron allí en aquella etapa.

“ En esos años La Gloria aún conservaba suficiente auge, las familias se mantenían bastante completas y las llegadas (de norteños) eran la ocasión de una `party’ (fiesta) , se les hacía un recibimiento muy grande , porque todavía en el 17 llegaban muchos americanos “ (1, ver pie de artículo ).

Para dichas celebraciones , la colonia de extranjeros disponía de un salón de recepciones que escenificaba las mismas todos los meses , ofreciendo conciertos a piano de repertorio clásico a cargo del instrumentista inglés Míster Shofield.

En las recepciones se vestían trajes largos y smoking (batín) , y Miss Molly Jumper , la inusual directora de orquesta que conociéramos gratificante por Cirules , tocaba varios instrumentos: piano, contrabajo, mandolina.  “ Desde joven Molly demostró afición a la música. No se imaginaba que sería la directora de la orquesta de este lugar, y que con el tiempo yo la iba a recordar” (2, ver pie de artículo).

Sin embargo, hay dos aspectos en la versión y visión conjunta de Stokes “   (3, ver pie de artículo) y Cirules de La Gloria City que no son visibles en el libro ni a través de una rasante mención. Sobresaliente no por la omisión en sí, sino tratándose de una obra en el tema realmente acuciosa y total, de donde un lector con autoconciencia local y vocación de pertenencia lo recibe todo , al punto de concebir la suposición de que ambos asuntos hayan compartido el destino que el autor anunciara sin determinar en las páginas finales sobre el copioso material sobrante.

Miss Molly Jumper , sin titubeo, representa de lo más avanzado para la cultura artística de La Gloria City ; pues también ella ejercía su magisterio como profesora de ballet y con los muchachos (y muchachas) de La Gloria creó una escuela de ballet clásico alrededor de los años 20.Y resulta una evidencia única , al menos , la curiosidad cultural que registra en La Gloria City la existencia del ballet -como enseñanza y repertorio- 40 años antes de fundarse la actual compañía camagüeyana y desconociéndose además este incomunicado antecedente .

Casa de la familia Jumper/Foto: fondo del Museo MunicipalCasa de la familia Jumper/Foto: fondo del Museo Municipal

“ Mandaban a buscar las tartanas para hacer los tutú de los vestidos de las bailarinas. Cada tres meses había una función de ballet, las presentaciones se hacían con fonógrafos” (4, ver pie de artículo).

“El hall” (salón) era una casa larga , con pisos de ábaco y sabicú encerados , atendidos por Míster Baxter , un minusválido que lustraba los pisos. Lo mismo hacía Míster Frustel , el lisiado encargado de limpiar y encender las farolas del alumbrado público.

Uno de los parques del poblado coincidía frente al salón , siendo típico de su construcción hacerle entre suelos , como sótanos , donde se guardarían las mesas durante la retreta dominical ejecutada por los músicos de la orquesta ; pero los instrumentos quedaban luego de la presentación a resguardo en la mismísima casa de Miss Molly.

Miss Molly estableció la escuela de ballet en su casa, no era su empeño -por tanto- un proyecto oficial. Los estudiantes, todos residentes en La Gloria, componían un grupo mixto de jóvenes que alcanzaba la veintena.

Como detalles curiosos de esta familia convendría decir , además, que Mrs Jumper , madre de Molly , cumplió 100 años de vida en La Gloria , estando presente en la recepción que por ello se le dedicara como homenaje y en ausencia de Míster Jumper , quien fuera , junto a Kelly , nada menos que el otro ingeniero civil de la colonia.

En La Gloria City funcionaba igualmente una escuela grande, erigida en el campo, “ porque ellos decían que los muchachos (los estudiantes) no debían distraerse”./Foto: fondo del Museo MunicipalEn La Gloria City funcionaba igualmente una escuela grande, erigida en el campo, “ porque ellos decían que los muchachos (los estudiantes) no debían distraerse”./Foto: fondo del Museo Municipal

Entre las vivencias de su primera adolescencia Beatriz recuerda a John Corrage (J.C.) Kelly , uno de los fundadores de “La Gloria Colony “ , como padre de dos hijos Virginia y Joseph : “ los americanos niños de La Gloria tenían por costumbre andar descalzos “ (5, ver pie de artículo ).

“ La casa de los Kelly daba la impresión de un barracón “ , pero describe la misma como “ una casa maravillosa forrada en guano por fuera , pues pensaban que esto refrescaba el interior dadas las altas temperatura “ (6, ver pie de artículo ). Era una vivienda larga en pilotaje, revestida por dentro con tabloncillo.

También en casa de los Mathew (familia alemana) utilizaban esta variante de ventilación y diseño con el guano y en algunas casas en el camino a Viaro para los que cuidaban la ruta.

En La Gloria funcionaba igualmente como una escuela grande, erigida en el campo , “ porque ellos decían que los muchachos (los estudiantes) no debían distraerse” (7, ver pie de artículo).Era aquel un rancho enorme y techo de guano , donde se seguía un programa de enseñanza normal en idioma inglés. Martha , la hija del doctor Baker , oficiaba en ella como una de sus maestras.

Y Mrs Neuber creó una escuela particular que impartía estudios superiores. Cada cuatro años venían ministros nuevos para las iglesias del poblado que luego terminaban dando clases en dicha colegio.

Josephine (Josefina) González de Neuber, natural de Bejucal pero con ciudadanía norteamericana, era – según Beatriz- la hija de un secretario de Martí en Tampa , ella se crió en esa ciudad , pero ya vivían en Filadelfia antes de venir a La Gloria , recibía ese apellido de su esposo Max George Ferdinand Neuber.

PIE DE ARTÍCULO              

 1,4, 5, 6,7. Entrevista a Beatriz Basulto Basulto. La Habana, mayo de 1994.

 2. Enrique Cirules:”Conversación con el último norteamericano”. Págs 78.

 3. William Stokes (Tampa 1898–La Gloria 1974) El último norteamericano de La Gloria.