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Sin embargo; por la propia nota expuesta en el anterior artículo dedicado al tema :“EL Envasadero de naranjas de Sola, que ahora se está utilizando también para envasar tomates, es el mejor de toda la provincia de Camagúey y uno de los mejores de Cuba…”, nos percatamos que la palabra envasadero no nombra aún la zona, sino solo la referida industria y que incluso su uso lo comparte con la traducción en español de la misma, aunque en última instancia se haya impuesto la trascripción fonética castiza “Paquinjao” del término original y compuesto en inglés packing house.

Sobre el año 1948 , y en lo que pudiera llamarse avance tecnológico de dicha área, se construyeron en el “Packinhouse”, a las órdenes de José Miguel Burford, dos importantes instalaciones técnicas vinculadas a la mecanización de la actividad productiva azucarera: la comúnmente llamada grúa y el taller de mecánica.

La primera dentro del patio ferroviario existente, que entonces componían la Línea Norte de Cuba, un ramal secundario y el pintoresco chucho-frutas, y tratábase del transbordador de caña cubano, invención de un técnico matancero a finales del siglo XIX de generalizada aplicación en la geografía cañera de la isla durante toda la etapa republicana y hasta ya bien entrada la Revolución. Este medio trasladaba la caña de la carreta de bueyes o de los camiones a la casilla de ferrocarril.

Así mismo –y casi simultáneamente- “Los Rodríguez”, dueños del aserrío de Imías , pusieron un cargadero de madera contiguo al envasadero, principalmente para ligazón de casas: viguetas, soleras, horcones, además de cujes, que se transportaban desde allí en planchas del ferrocarril. A diferencia del otro punto de carga de la localidad, propiedad de Belarmino Suárez, a un costado de la Estación de trenes de Sola, que se ocupaba por lo general de traviesas para la línea férrea.

El representante de ese punto de carga fue Aurelio Rodríguez, quien construyó allí la primera vivienda de familia del lugar, de la que hoy solo quedan su aljibe y el recuerdo entre los descendientes y contemporáneos.

Uno o dos años después se edificó la primera tienda rural del sitio, para la fuerza de trabajo por entonces ya radicada allí, obra también a cargo del hacendado Burford, pero atendida inicialmente en las funciones de dependienta por la señora Irma Méndez.

Por último, en el año 1953, se hizo el pozo -luego público- del “Packinhouse” que llegara hasta nosotros, Mario Jorge Martínez era el dueño de la maquina posera y Domingo Pérez el operario, ellos habían venido desde el lejano poblado de Manacas en la antigua provincia de Las Villas a fondear precisamente aquí otro pozo en la finca de Los Victorianos ubicada a la salida norte del lugar.

Sobre ciertas curiosidades que como todo sitio habitable no deja de tener el viejo “Packinhouse”, es poco conocido que por esa época en la casa que actualmente ocupa la vivienda de Humberto Jorge, a un costado del terraplén a La Gloria, existió anteriormente otra residencia de buena calidad para la etapa con paredes de tabloncillo, piso de cemento, techo de zinc y celosías, ocupada por el supuesto ciudadano español Don Ramón Escalante, que en definitiva resultó ser Alonso Flagger.

Plancha de ferrocarril en el Cargadero de madera del “Packinhouse”.         (Aurelio Rodríguez, recibidor (Primero de la derecha)Plancha de ferrocarril en el Cargadero de madera del “Packinhouse”. (Aurelio Rodríguez, recibidor (Primero de la derecha)

                                  

Su nombre verdadero, desertor durante su servicio militar en el ejército interventor norteamericano, y hermano de Henry Flagger, potentado del ferrocarril del oeste de la Florida.

También como pasaje de ese período, resulta igualmente atractiva la anécdota que según muchos sería el origen de la fortuna de Cesar Muñoz, natural de Galicia y propietario de las colonias de tierras identificadas como Las Cuevas y Las Marías , esta última en la zona conocida más tarde por Truffín.

Justamente arrastrando madera éste y su hermano, en el área donde hoy se ubica el Taller central, su arado levantó una lata de dinero, que había sido enterrado en un tiroteo durante la guerrita de La Chambelona en 1917, y que dejarían marcada para volver por ella con una piedra de laja.

Sin embargo; un aspecto no mencionado, pero que daría la tónica a dicho lugar, y la tiente aún en las primeras décadas de la Revolución, lo sería la comunidad haitiana establecida en el ya constituido batey y otros paisanos dispersos en el área.

Aunque apenas sobrepasaban la veintena y se caracterizaban por ser hombres solos, a lo sumo tres o cuatro parejas formadas entre sus miembros mismos, la presencia haitiana marcó de forma sobresaliente la identidad del lugar distinguida por las peculiaridades y costumbres de aquel país que trajeron con ellos. Además de su humildad, su nobleza, su sacrificio y su actitud de trabajo en los rigores de nuestra zafra.

 Lo mismo se establecían en largos barracones que en rústicos bohíos de techo de guano, paredes de yagua y piso de tierra. La segunda opción, con sus pequeños conucos, fue característica en el “Packinhouse”.

El idioma (creole), incorrectamente llamado durante largo tiempo en Cuba “patois” , su filosofía: significado de la vida y la muerte (el respeto a los ancianos), los tipos de comidas o su elaboración, las “fiestas de santo”, los cantos y bailes típicos y las habilidades artesanales, unido a sus descendencias, han sido los trazos mejor tasados de la cultura de dicho pueblo hermano en nuestro suelo.

Todos recuerdan los “bembé” (nombre dado a comidas y fiestas de santos) en casa de Amelia, las alforjas y jabas trenzadas con fibras de palma cana, de Raúl Pérez, incluso las butacas de guaniquique de Ernesto Ferguson, único jamaicano conviviente allí, y los finos sombreros tejidos por Ricardo Ruíz o Hermelio Ramón, que luego de barnizados y adornados con una cinta en la base del copo los hacía un atributo de sencilla elegancia con una alta demanda de los pobladores según las costumbres de entonces, que le fijaban una banda interior de paño para recoger el sudor de la frente y suavizar la natural asperidad fibrosa del tejido.

Miembros de la Comunidad Haitiana del “Packinhouse”.Miembros de la Comunidad Haitiana del “Packinhouse”.