Pin It

Otra primicia especial revelaba la continuidad –en su avance- de la información, el libro había merecido el reconocimiento prologado de “el compañero Fidel”.

Sin embargo; mi curiosidad profesional respecto al asunto era de limitada ojeada, por siempre originarse en un impostergable y aldeano interés: “la patria del corazón”.

La mera mención a Álvarez Mola me proporcionaría la seguridad de adivinar que inevitablemente ese texto investigativo contendría abundante y desconocidas referencias de su hermano de lucha Mario Herrero Toscano: “patriota insigne” de nuestro territorio. Lo que resultara ser cierto. Hay nutridas menciones a él e incluso uno de los autores, como también nos revela el libro, ya fraguaba otro texto sobre Herrero Toscano.

Así iban las cosas cuando enlacé una evocación que conecta al luchador revolucionario Álvarez Mola, siendo todavía dirigente sindical del sector bancario, con la zona de Cubitas, a la que estaba vinculado en sus descansos y como aficionado a la espeleología.

“Las luchas de los campesinos en Cubitas se canalizaron hacia otros objetivos que no fueron, como ya sabemos por la tierra, sino por la construcción de caminos que comunicaran a la zona de la cordillera con la ciudad de Camagüey. A menos de 50 kilómetros de la capital provincial moría gente en Cubitas por la falta de asistencia médica en pleno siglo xx.

Las distancias se salvaban a caballo en unas cuatro horas, en tiempo de seca y sin mucha carga; pero los caballos no eran buenos y siempre se les cargaba al máximo, por lo que el viaje duraba el doble. En la época de lluvia había que suspender los viajes.

Junto a las limitaciones económicas, la falta de caminos impedía también la asistencia médica y la educación. Muchos fueron los que murieron en una casa o en medio de las sábanas, bajo un sol terrible o en las noches de lluvia, entre el zarandeo de los caballos o los carretones.    

En 1948 Alfredo Álvarez Mola, quien entonces era dirigente de los trabajadores bancarios en Camagüey, pero vivía algunas temporadas en el barrio de La Ermita, planteó la necesidad de resolver el problema de las comunicaciones y preparó con ayuda de unos vecinos de la zona (entre estos Nicolás Bello, dueño de la finca donde de se ubicó la pequeña pista de aviación).

La pista tenía quinientos metros de largo por setenta de ancho, todos los días salía desde el aeropuerto de Camagüey un vuelo con rumbo a Cayo Guajaba, donde recogía un cargamento de pescado. A su regreso tenía necesariamente que pasar por Cubitas y allí realizó por mucho tiempo una escala de aterrizaje diaria, que permitió al menos sacar del lugar los enfermos y alguna carga, pero era una solución insuficiente y Álvarez Mola planteó la necesidad de hacer los caminos”. (1, ver pie de artículo)

Siguiendo por el mismo cause de la historia local a través del libro nos encontramos de inmediato con una singular caracterización de ambos que los contrapone y a la vez los complementa ejemplarmente, según la mirada movilizada de sus subordinados y referida al carácter de cada uno: “ Alfredo era extrovertido; Mario, introvertido. El primero, más fuerte e impulsivo; el segundo, más dócil. Con facciones similares, Mario era algo más alto y corpulento.” (2, ver pie de artículo)

La mayor parte de la vida revolucionaria de Mario Herrero Toscano transcurrió junto a Alfredo Rafael Francisco Álvarez Mola. A su lado aprendió y creció en la lucha contra la tiranía. No obstante, varios destinos los acercarían y contribuyeron a que se conocieran: 1) laborar ambos en el sector bancario (Alfredo en The Royal Bank of Canadá y Mario en el Banco Nova Scotia, ambos de la ciudad de Camagüey y mediando alrededor de trescientos metros entre las dos sucursales) , 2) Su filiación al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) y finalmente la reacción frente al golpe de estado del 10 de marzo de 1952, es este ; sin embargo solo uno contribuyó a que cada cuál tuviera conciencia de la existencia del otro: La coincidencia de ideas revolucionarias que los identificó y los unió para siempre.

Ya desde allí estarían unidos en la ejecutoria revolucionaria: la lucha clandestina en el estado mayor de La huelga nacional del 9 de abril de 1958 en Camagüey, en la organización del Frente Guerrillero de Cubitas, en su incorporación al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, en la composición -y guías a través del territorio camagüeyano- de la Columna nº 2 Antonio Maceo, comandada por Camilo Cienfuegos y en las tareas de coordinación del Movimiento 26 de julio en esta provincia.

Mario Herrero a la izquierda del comandante Camilo Cienfuegos en mayo de 1959.Mario Herrero a la izquierda del comandante Camilo Cienfuegos en mayo de 1959.

Tanto impregnó su ejemplar unión , que el propio Comandante en jefe al recordar su presencia en la Sierra lo hace también resaltando dicho vínculo: “ Tuve la idea de asignarle tareas de orden económico, [a Alfredo] junto a Mario Herrero, recién llegado con él, siempre unidos por la procedencia profesional y la actividad revolucionaria comunes.

Finalmente decidí incluirlos como prácticos en la Columna invasora que comandó Camilo, próxima a su partida, por la utilidad que tendrían, debido al conocimiento del territorio camagüeyano, las posibilidades de establecer contactos y recibir apoyo. Ellos se sentían muy motivados con esa misión histórica.

Con posterioridad conocí por palabras de Camilo, la infatigable labor de Alfredo y Mario mientras pudieron acompañar a la columna, incorporados a su jefatura. Es admirable la disposición y el esfuerzo físico que hicieron de día en la exploración, la búsqueda de los alimentos, la localización de guías, las coordinaciones con las organizaciones clandestinas en el llano, y luego, durante la noche, en la marcha con las fuerzas rebeldes. El estado de salud y el agotamiento físico obligaron a Camilo a ordenarles que se quedaran al sur de Camagüey para que se recuperaran y reincorporaran después a la lucha. En esa situación, por razones de seguridad, ambos se separaron.” (3, ver pie de artículo)

Pero había prometido ser fiel, refiriéndome fundamentalmente del libro a los asuntos que intervienen en nuestra historia local; así es como me dejo llevar en esta presentación.

Sin dudas el tópico de mayor relevancia, desde el referido ángulo territorial e incluido en el temario del texto en cuestión, es el referido al Frente Guerrillero de Cubitas, aspecto intencionado por su mismo título: “Un sueño acariciado”.

Construido a partir de fuentes orales y documentales que se inician con la aprobación de Fidel, y en el que interactúan las columnas guerrilleras que operarían en la provincia, junto al activo movimiento revolucionario en ella.

Así hojeamos tanto de Las columnas como del Frente, órdenes operativas o misión, integrantes, mandos, aspectos logísticos: puntos de reunión, escondites y almacenamientos pormenorizados, traslados de armas, caídos en combate, delatores, sobrevivientes y hasta valoraciones de los combatientes.

Los que en su conjunto, además de lo que el lector con conocimiento de los hechos pueda aportar, hace de esta parte innegablemente el más completo estudio sobre el tema, eso sí hasta ahora.

Desde luego tampoco faltan en el libro las notas imprescindibles, las anécdotas graciosas que humanizan a los combatientes de cualquier rango e iluminan con sus sencillas revelaciones alguna zona de nuestra historia municipal. E igualmente son seguras, en todo estado de lucha, la tragedia y la inmortalidad.

De la primera vertiente resulta más oportuno el testimonio chispeante que reafirma ante las generaciones pasadas y actuales el acierto en nombrar Mario Herrero Toscano al poblado de Sola, no solo por ser su pueblo natal: “Yo conocí a Mario en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey en los años 1945 y 1946. Nos hicimos amigos a través del deporte, pues formábamos parte del team de pelota del Instituto. Le decíamos caballo loco porque era un lanzador con una velocidad terrífica y un descontrol tremendo.”(4, ver pie de artículo)

De la segunda podría inscribirse la tristeza que invadió a Mario Herrero Toscano cuando supo el asesinato de su amigo Alfredo Álvarez Mola.

 Mario hace uso de la palabra, en sentido pésame a su inolvidable jefe, luego de la develación de la tarja en el local del sindicato bancario. Mario hace uso de la palabra, en sentido pésame a su inolvidable jefe, luego de la develación de la tarja en el local del sindicato bancario.

 

“Bertha Herrero Toscano, hermana de Mario, relató que había recibido una llamada desde Artemisa, Pinar del Río. Ella era trabajadora de la empresa telefónica y en la clandestinidad había cooperado con Mario y Alfredito.

En su llamada, Mario preguntó por dos personas: su hijo de meses de nacido y Alfredito. Fue ella la que le dio la triste noticia sobre el asesinato de su querido jefe y compañero de lucha. Bertha sintió, al otro lado del teléfono, cómo las palabras se entrecortaron y un sollozo salió de su alma.” (5, ver pie de artículo)

No queda más que agradecer a los investigadores Alfonso Zequeira y Alberto Alvariño su contribución a esta obra de memoria histórica y donde nosotros, además de lectores, nos encontremos como patriotas participando de este homenaje.

Testimonio gráfico del libro.Testimonio gráfico del libro.

 

Pie de artículo.

1- Tomado de Las luchas por la construcción de los caminos en Historia del Municipio Sierra

de Cubitas (1510-1989), CAPITULO V: Situación económica – política y social del municipio Sierra de Cubitas en el periodo comprendido entre 1925- a 1952. Pág. 5 (Inédito)

2 - Alfonso Zequeira Motolongo y Alberto Alvariño Atiénzer : “Alfredo Álvarez Mola: Un pequeño gigante”. Prólogo Fidel Castro Ruz. Casa Editora Abril. La Habana, 2015. Pág. 143.

3 - Ibíd. Pág X.

4-Ibíd . Pág. 142.

5 -Ibíd. Pág. 122