Foto: CadenagramonteUn polluelo de cuatro patas sorprende en la comunidad rural de Paso del Medio, en la periferia de la ciudad de Matanzas, donde José Antonio Peñate Mesa y sus familiares admiran la singularidad del ejemplar que recorre el jardín junto al resto de un grupo de siete pequeñas aves.
Cuenta Peñate Mesa que ante un nido prácticamente vacío, reunió huevos de otras gallinas hasta llegar a diez, y finalmente rompieron el cascarón siete crías entre las cuales una destaca irremediablemente por contar con dos patas más de lo normal.
Explicó que “El Giro” campea por el amplio patio pero en ocasiones se retrasa respecto a sus compañeros al quedar enredado entre las hierbas, porque al parecer las dos patas que crecen más cerca de su cola, y demasiado unidas, carecen de movilidad.
En mis 67 años de vida nunca antes vi un caso como éste –resaltó–, es toda una atracción para la familia, los nietos lo fotografían y los amigos que no lo han visto desconfían de la existencia del pequeño animal.
Carlos Michel Hernández Domínguez, uno de los primeros en percatarse de la anomalía del pollito y quien lo enseñó al resto de la familia, afirmó que la curiosidad refresca los ánimos en estos días de necesaria estancia en casa por la pandemia de coronavirus.
En www.juventudrebelde.cu se reportó un caso similar en mayo del año 2016, en la provincia de Artemisa, el material periodístico explica que las extremidades de más en el pollito constituyen una malformación que sucede cuando la gallina logra un huevo fertilizado por un gallo emparentado con ella.
La consanguinidad provoca que se reproduzca un gen recesivo; el proceso comienza con la incubación de un huevo doble yema, donde la fusión de los embriones induce la anomalía genética, se argumenta en Juventud Rebelde. (Cadenagramonte)