Pin It

Foto: ArchivoFoto: ArchivoMarzo, 2022.- Me fascina lo que dijo García Márquez de nosotros. Y lo dijo con conocimiento de causa, porque el Nobel de Literatura colombiano fue un periodista de talla excepcional: «En la carrera en que andan los periodistas, debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen». Es verdad, necesitamos tiempo para el silencio y la reflexión, aunque la velocidad de los acontecimientos cotidianos nos exige reflexionar en la marcha, grabadora en ristre y micrófono abierto. 

El periodismo es consustancial a esfuerzo, responsabilidad, compromiso, verdad, inconformidad. El periodismo implica meterse en la piel de los demás, sin dejar de ser tú. No es un modo de vida, no. En el periodismo se siente, se aprende y se sufre hasta los tuétanos; sin embargo, —vaya orgullo el mío— se degusta como la miel de un panal. Eso sí, hay que sentirlo y vivirlo, si no, es cualquier otra cosa. 

Cuando hojeamos la historia —la de Cuba—, los paradigmas abundan por doquier. La honra del periodismo se debe a muchos nombres de mujeres y hombres que en algún momento relevaron sus herramientas de oficio por el fusil vigilante y redentor.

Las razones libertarias de José Martí, trazadas por su pluma-espada en el periódico Patria con empuñadora de razón; la lucidez en la palabra de Juan Gualberto, tan sereno en la polémica como firme en sus ideas; las crónicas de Pablo, escritas a la sombra del fuego fascista de la Guerra Civil Española: «Porque mis ojos se han hecho para ver las cosas extraordinarias. Y mi maquinita para contarlas. Y eso es todo», escribía poco antes de su partida al tropiezo con el deber y la muerte.

Sus continuadores, de igual vocación libertaria y magníficos hacedores de historias, también se forjaron en la fragua de la batalla: Raúl Roa, el canciller digno de encendida oratoria; Carlos Rafael, con su palabra afilada; Fidel, —soldado de las ideas—, con sus reflexiones de ineludible relectura. «…Periodismo no quiere decir empresa (…) empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento», razonaba el líder rebelde poco después del triunfo de enero; o Martha Rojas, la cronista del Moncada. ¡Y tantos más!

Ellos también olieron a tinta, modularon sus voces y construyeron imágenes hermosas; ellos, que soportaron la censura y expusieron sus vidas, y aun así, traspasaron las fronteras de la redacción convencional para erigirse en paladines de la razón y la verdad en la plaza pública, por sus ansias irrefrenables de justicia y libertad; letra por letra, palabra por palabra, a golpe de ejemplo. 

Como escribiera Martí, el Apóstol de la independencia patria: «La prensa es un vigía que lo desentierra todo».

Apuesto que es verdad.