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Conjeturando, además, que esa imantación bucólica con el entorno (tal vez el ecologismo de la época) oxigenaba el cuerpo y los ideales patrióticos, por su distanciamiento físico de la autoridad colonial metropolitana.

Ese vínculo natural con el territorio y sus características topográficas y geográficas fraguaron, casi espontáneamente, que la zona de Cubitas fuera benigna como plataforma de nuestra guerra de independencia contra España desde sus inicios.

En dicho contexto, en lo que entonces se cartografiaba como Partido de Cubita (1, ver pie de artículo), se desplegó una de las travesías telúricas de la nación, a través de la rebosada versión cubana de Romeo y Julieta: la legendaria historia de amor de Amalia e Ignacio.

Básicamente, para el sentido público común, el único referente de ese amor ha sido la correspondencia supuestamente de ambos, de la que en casa le oímos muchas veces encumbrar en sus menciones a nuestras madres.

Sin embargo; quiso la voluntad del destino y la forja de la historia patria que Cubitas (legible clave y derivación menor del vocablo Cuba), participara con su naturaleza maternal y su memoria expectante, de la felicidad y la adversidad que reunió aquí a Amalia Simoni e Ignacio Agramonte; certificando algunos acontecimientos auténticos de la intimidad de estos.

Aquí nació su primer hijo Ignacio Ernesto de las Mercedes, evento que añadió a los amantes la dimensión de padres, aquí vivieron la adultez de su azaroso fervor amatorio y aquí también se vieron mortalmente por última vez.

Solo como una mención relevante por nuestra incontención a omitir; cuando cotejamos la fecha del segundo alumbramiento de Amalia el 20 de febrero de 1871, que trajo dichosamente a Herminia de la Madre de la Caridad, constatamos que fue en este mismo territorio donde la pareja de amantes colocó la simiente.

Asume la primera persona

A inicios del 2012, buscándole aliciente y avance de renovación propia a un quehacer investigativo, al que mi personalidad sobre todo pero no únicamente lastró como un proceso inacabable, intentara escribir artículos cortos en tributación a la historia local.

Se elaborarían considerando su conexión visible con cada mes y fundados en una interpretación cultural del patrimonio histórico.

Llegados al bienquerido febrero pugnaban el 14 y el 24, aunándoseme en la segunda fecha patria y nacimiento de mi madre, explícita coexistencia interior a través de la que he penetrado dicho día distinto internamente a los otros cubanos, aún tratándose de dos mujeres y madres nutricias, en el fértil supuesto, normado en nuestro idioma y gestado en la forja que tuvo su misma historia, de que patria es femenino y madraza.

Decididos por el amanecer de San Valentín, quedaba encontrar un suceso de significación local que encarnara un acto de amor ejemplar y así saqué de la lontananza que representan las referencias generales de mi mente, la estancia -como pareja- de Ignacio Agramonte y Amalia Simoni en el territorio de la Sierra de Cubitas o simplemente de Cubitas según el uso más común en aquella época.

Persuadido de la distancia, no solamente con los hechos ocurridos sino del conocimiento mío sobre los mismos, inicié una preliminar localización básicamente bibliográfica reducida a cuatro importantes fuentes, siempre con la intención de ahondar todo lo posible posteriormente para encontrar y reflejar modestamente algún aporte investigativo propio, nuevo o de significación local al menos, o sea importante para el actual municipio de Sierra de Cubitas, donde resido y trabajo.

Pero de inmediato avizoré que ese propósito conjunto me tomaría más tiempo y se trataba, recuérdese, de un breve texto escrito mensual con fecha incluso comprometida para su publicidad.

Por supuesto, el fichaje principal tuvo como escenario la Sala de fondos raros y valiosos de la Biblioteca Provincial, sumándose para ello una breve estancia en la ciudad de Camagüey.

A medio camino del trabajo y en paralelo un encuentro providencial -y a destajo- con un amor del pasado, que vagaba inexplicablemente todavía sin entrar en el cuerpo, definió inspiradoramente la forma y el alcance, por su personal desconocimiento del asunto histórico, también algo que comprobaría más tarde, como análogo y masivo entre los propios pobladores del territorio.

Así reconocía el ejercicio útil, sólo reproduciendo sumariamente partes integras de las mencionadas obras de origen. Y así surgió además la forma epistolar, que sin desagregar mi declaración propia de enamorado reúne estos pasajes, referentes de historia y amor de la nación, que acercan a la conocida correspondencia de Amalia e Ignacio por la construcción del manuscrito y por añadidura las ilustraciones al margen a los que suma en total cuatro pares de manos.

 

Reproducción Fragmental del Impreso identificado “Hojas sueltas” Nº 2. Y contentivo del manuscrito titulado “El Idilio” de mayo de 2012, página 4.Reproducción Fragmental del Impreso identificado “Hojas sueltas” Nº 2. Y contentivo del manuscrito titulado “El Idilio” de mayo de 2012, página 4..

Presentado ante público formalmente en la Librería “Entre naranjos” de Sola el 26 de mayo del 2012, fecha de 1870 en que Amalia e Ignacio se vieron tangiblemente por última vez y que tuvo lugar en Cubitas, exposición que también sirvió de preámbulo a la presentación del impreso “Aurelia Castillo” de la profesora Olga Yero , posteriormente seguirían otras presentaciones ante el Círculo de interés de historia local “El cachimbito” adscrito al seminternado “Forjadores del futuro” y en el evento de base del Fórum de Ciencia y Técnica Municipal.

Finalmente fotocopiado, impreso y reproducido en ejemplar único por medios ajenos al sector cultural, favores de amigos y gestión propia para distribución-circulación en la circunscripción y en las escuelas del territorio.

Mientras demora el dictamen de alguna magistratura propongo un verde anticipo de gratitud lugareña a nombre de los pobladores de tierra adentro, cubanos o patriotas del desaparecido caserío ochocentista de “La Ermita”.

Aunque se deduce como explícita la calificación de “El Idilio” tan sólo al nido de amor, al modo en que interiormente Ignacio se sentía, están sin mención el estado de exaltación particular que tan bien suministraban las cualidades de protección de aquella naturaleza paradisíaca del entorno, visibilizada e invisible en la belleza de los sonidos vitales del monte y a la vez de sus silencios de bajo registro humano. Zona de quietud frente a otra atmósfera de inquietudes dadas por las circunstancias de la guerra.

Al escoger como título del texto “El Idilio”, yo también estaba conscientemente supliendo la ubicación geográfica por las referencias históricas y la connotación humana dentro de las dimensiones épicas. La estancia de Ignacio Agramonte y Amalia Simoni en la zona suroeste de la Sierra de Cubitas, que excede el año, no es una permanencia opaca o solo relevante por sus presencias, se trata a la vez , del más extenso y el más intenso período de su relación íntima totalmente compartida, ya consagrada por el matrimonio y el enamoramiento, que aquí en Cubitas recibió en merecimiento la patria potestad , agregando otro premio a ese amor: el amor paterno filial, y se consagró a aquella oportunidad en su destino hasta el último día, el último instante.

No obstante, a que no predomina el reconocimiento del territorio y solo nos asiste total conformidad hacia la magnitud de los hechos históricos y el romance bendito que enrolan, para la autoconciencia local, las figuras de Ignacio y Amalia en Cubitas; más encumbra esta estampa patria el sentido de pertenencia al sumársele lo que interpretaríamos como las dos visitas de Martí a la Sierra de Cubitas.

La primera evidencia por el registro a pluma que desde la urbanidad otoñal neoyorquina, “avisador” hiciera: “¡Acaso no haya romance más bello que el de aquel guerrero, que volvía de sus glorias a descansar, en la casa de palmas, junto a su novia y su hijo!”.

 Actual bohío en la finca Los Güiros, propiedad del matrimonio de Argeny Brito Pérez y Yubisleidy López Guerra, sitio donde Ignacio y Amalia levantaron El Idilio ubicado a 4 km al sur de Donato, municipio Esmeralda y a 1 km al suroeste de Pueblo Nuevo. Queda ahora saber ¿en qué punto preciso de esta hacienda se levantó El Idilio?Actual bohío en la finca Los Güiros, propiedad del matrimonio de Argeny Brito Pérez y Yubisleidy López Guerra, sitio donde Ignacio y Amalia levantaron El Idilio ubicado a 4 km al sur de Donato, municipio Esmeralda y a 1 km al suroeste de Pueblo Nuevo. Queda ahora saber ¿en qué punto preciso de esta hacienda se levantó El Idilio?

Actual bohío en la finca Los Güiros, propiedad del matrimonio de Argeny Brito Pérez y Yubisleidy López Guerra, sitio donde Ignacio y Amalia levantaron El Idilio ubicado a 4 km al sur de Donato, municipio Esmeralda y a 1 km al suroeste de Pueblo Nuevo. Queda ahora saber ¿en qué punto preciso de esta hacienda se levantó El Idilio?

 

Se trata de un idealismo concentrador perfecto de la identidad y atento siempre –aún “desde allá”- a los asuntos de Cuba. Entusiasmo poético, fibroso de patria, luego desencadenante para los primogénitos y origen de la segunda evidencia.

José Francisco Martí Sayas-Bazán excursionó a Cubitas en 1892, aventurado de catorce años, que con la bendición de la madre y el consejo paterno contemplaría -ojos físicos mediante- la premonición de un verso eterno: “el arroyo de la sierra”.

Menos cerca del contenido principal de aquellos sucesos de ejemplaridad inolvidable, centrados a su vez en el paraje geográfico de nuestro territorio que acogió azarosamente al héroe y la heroína, descriptos como dualidad singular sentida en la mención sencilla de sus nombres: Ignacio y Amalia; otro asunto, refiere la presencia posterior en la zona, 25 de junio de 1912, de Don Ignacio Agramonte Simoni, entonces Secretario Provincial de Obras Públicas para a favor del Estado de la República de Cuba inscribir una finca rústica en la extensión de San Lorenzo de Viaro.(Fotos: Autor)

Patio interior de la Quinta Simoni donde se sembrara la semilla de mamey de Cubitas que Ignacio obsequiara a Amalia.Patio interior de la Quinta Simoni donde se sembrara la semilla de mamey de Cubitas que Ignacio obsequiara a Amalia.

Patio interior de la Quinta Simoni donde se sembrara la semilla de mamey de Cubitas que Ignacio obsequiara a Amalia.

 

S®LÑ@S

Camagüey, 16 febrero de 2016.- El sitio donde se encontraron por última vez el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz y su esposa Amalia Simoni Argilagos, protagonistas de una bella historia de amor, el 26 de mayo de 1870 durante la Guerra por la Independencia de Cuba, fue confirmado por un grupo de jóvenes, investigadores y espeleólogos camagüeyanos.

En la actual finca de Los Güiros, propiedad del matrimonio Argeny Brito Pérez y Yubisleidy López Guerra, tras escapar de la persecución de tropas españolas, Ignacio y Amalia levantaron un pequeño bohío conocido por El Idilio.

Luego de más de diez años de exploraciones especialistas del territorio y la filial camagüeyana de la Sociedad Espeleológica de Cuba determinaron el lugar donde el Mayor General Ignacio Agramonte y su esposa Amalia Simoni se refugiaban junto con familiares de ambos.

 

Pie de artículo

  1. Los límites del Partido de Cubitas por aquel entonces: “Por el norte: canal viejo de las Bahamas/Por el este: el Partido Mayanabo y Yaguajay/Por el oeste: el Partido de Jigüey /Por el sur: el Partido Maraguán y Caonao”. (Tomado de la Historia de Cubitas; Capítulo II: Pág 4)