“Sus cuevas – como advirtiera el científico Núñez Jiménez en 1961- se encuentran entre las mejores y más bellas de Cuba”, y contienen valiosas pictografías precolombinas, además de hallarse en este entorno los famosos Cangilones, piscinas naturales formadas en los espacios que el cauce del Río Máximo ha ido tomando sutilmente de la montaña, sobre un terreno de mármoles blancos, que agregan a la ya atractiva vista del lugar, otro “sui generis” plus de belleza natural.
Por uno de sus costados, el septentrional propiamente, la sierra colinda a un amplio valle de suelos rojizos muy fértiles, que en el pasado reciente -según nuestra memoria- cubrían un área agrícola altamente productiva, extendida hasta las proximidades de la línea costera por la parte norte y donde se sitúan hoy los principales asentamientos humanos de la zona.
Adversamente a siglos anteriores (XIX) cuando se concentraban al lado sur de la sierra – excepto La Guanaja- por su intervinculación con la única ciudad de los alrededores Puerto Príncipe y más seguros de las incursiones desde el mar, pero dando continuidad a un proceso de asentamientos históricos, iniciados cientos de años antes, como demuestran respetables y cuantiosos hallazgos en sitios arqueológicos de esa franja del territorio.
Entre los núcleos poblacionales más determinantes de la jurisdicción municipal en la actualidad, por razones demográficas, socio-económicas o históricas culturales, se citan el poblado de La Gloria otrora “La Gloria city”, la galopante Comunidad Cubitas Y Sola: “la patria del corazón”.
El 28 de septiembre del 2020 este último poblado cumplirá 100 años de fundado, motivo por el que describimos muy de prisa algunas notas sobre esta historia.
La primera cuestión parece indicarla la misma fecha escogida como día de la fundación del poblado, cuyo argumento central lo inspira una comunicación oficial del alcalde de La Gloria y dirigida a su homólogo en el municipio Camagüey, donde el primero informa “…que se está fomentando un poblado en la estación de ferrocarril de la costa norte de Cuba que lleva el nombre de Sola y dista de este poblado (La Gloria) a unos cuantos kilómetros”.
La fecha en que se expedita el documento (28 de septiembre de 1920) fue tomada como día de su fundación, por tratarse de la referencia documental y oficial más completa, importante, conveniente y distante de las encontradas sobre su existencia con reconocimiento y rango de poblado.
No obstante, el documento emplazado, es preciso al ubicar la urbanización “…en la estación de ferrocarril de la costa norte de Cuba que lleva el nombre de Sola… [y situarlo además] a unos cuantos kilómetros” del poblado de La Gloria; pero menos lo es en la afirmación siguiente: “…se está fomentando…”, lo que podría ser que estaba en fase de construcción, aunque interpretamos que debió referirse a un crecimiento abierto unido a cierto apoyo material perspectivo.
El texto alcanza su mayor confusión (respecto a precisiones más exactas) por la propia inconsecuencia del alcalde de La Gloria en la redacción particular del documento citado, al usar la descripción “poblado” indiferenciadamente, para uno u otro lugar, aspecto que impide captar las dimensiones urbano – espaciales concretas de la población.
Edificación de la antigua Avenida Villalba y local donde luego radicara el Bar de Bouza (Sola 1934)
Tipo del limitante que reitera y complica al referirse también a La Gloria, en ocasiones por el término “poblado” y otras veces con el vocablo “barrio”. Precisamente el empleo de la denominación “barrio”, nos advierte además de un ambiguo tamaño, de una intencional división de partes; supuestamente un punto extremo con respecto al núcleo, que bien podría ser la ciudad de Camagüey o el mismo y cercano poblado de la línea norte, pero también en este caso puede hacer alusión al Barrio electoral Miguel Benavides, otra identificación del territorio en la época.
Sin embargo, es notorio – por el aludido escrito – el auge que esta población proyectaba al instante de notificarse la información. Y es prudente observar sin embargo, que el acta no se expresa en los términos: “poblado de Sola” ; menciona con claridad una estación de ferrocarril de la costa norte de Cuba que lleva el nombre de Sola, comenta sumaria y generalmente determinada idea, que nos permite suponer cierto grado de proceso constructivo expansivo a su alrededor.
Son varias las razones que se presienten de este aparente descuido sin trascendencia, pero importantísima omisión histórica.
Con la lectura del documento asistimos al momento en que las autoridades del barrio de La Gloria reconocen este sitio social oficialmente, pero no al instante de su verdadera aparición y surgimiento, esa existencia es anterior, no como poblado, sino como localizado foco habitable vecino.
Dicho núcleo de población se ubicaba en el lado sur de la Línea Norte de Cuba y a ambos lados del Camino real (hoy avenida principal), llamábase La Chambelona y en ella radicaron los verdaderos pioneros del asentamiento original; un grupo importante
de ellos (al igual que esta zona y por causas diversas), estuvieron vinculados a los sucesos de febrero de 1917 , compromiso no ejercido como guerreros en la contienda – salvo rara excepción – sino en actividades que expresaban apoyo y simpatías al alzamiento de los liberales y que compulsara perjuicios incendiarios en algunas de sus propiedades.
Avenida Villalba vista desde la esquina de calle Cándido González hacia el Centro comercial (Sola 1956).
Asimismo, la retención física opresiva a alguno de ellos, sobre todo en la aledaña comarca del Senado, actos que estimularon su traslado a resguardo hacia una zona de monte donde coincidentemente solo meses después se crearía el nuevo asentamiento, conocido primero con el nombre de La Chambelona y más tarde y hasta hoy por Sola, pero surgimiento ocurrido siempre con posterioridad a junio de ese mismo año, fecha en que ya se habían decidido las posibilidades del triunfo en dicha disputa y las de sus vencedores, favorables ambas al gobernante Partido Conservador.
Por tanto, en ese histórico documento de gobierno, tal idea: “… la estación de ferrocarril de la costa norte de Cuba que lleva el nombre de Sola…” es una providencial anotación que coloca a la palabra Sola de inmediato en un ámbito importantísimo de reconocimiento oficial y a la vez –la misma- añadida denominativamente a una entidad que asociamos por excelencia la función de identificar los lugares.
Por ello, la referencia citada solo expresa primariamente el nombre que más tarde sería definitivo, único y representativo de la totalidad del lugar, refiriéndose a penas aquí a un área determinada y con algunas construcciones, que se identifican por el nombre de su propietario concreto, tangible y visible el señor Francisco José de Sola y Bobadilla a través de su apellido en la estación de trenes.
Tipificación que seguramente todavía no había sido transformada y se nos revela en este material, quizás, en la primera forma de existencia nominativa del lugar con ese vocablo, si bien teniendo otro sentido, no el contenido asolador amplificado después por personas y circunstancias lejanas a su origen, sino la significación que encumbradamente aportaba el apellido distinguido de un conocido y rico terrateniente entonces, por demás dueño de estas tierras.
Señor que personalizaba el inversor jefe en la construcción de un central azucarero, industria con un peso aplastador en la época, como gran industria y como renglón vital de la economía cubana, aliado al poder iluminador que otorgaba no ser de aquí, por aquello de que “nadie es profeta en su propia tierra”, máxime ser de La Habana y por si fuera poco vencedoramente casado con una norteamericana.
Todo ello aniquilaba de golpe, por su sentido de clase bajo la república, a una extensa zona humilde. Sin embargo; haciendo un personal intento por superar reflexivamente estos dos momentos semánticos anteriores de nuestro “destino manifiesto”: solos y abandonados o subyugados e irradiados por el linaje de cuna ajena , ambos aún de cierta forma presentes en la realidad y sicología local actual, suelo escudarme en algo propio de la historia cultural que vivimos y hacemos cuando interpretamos los imaginarios que recalan del azar ,el título de la película con que se inauguró el cine Yenén de Sola: “Manía de grandeza”(La Folie des grandeurs).
Por eso para mí sola expresa única y a la idea de único va unida la idea de exclusivo. En su mismo origen etimológico del latín: sollus, significa íntegro y único. Nada más se trata de aspirar llenarla con ese embraguetado sentido en cada cosa que se haga, en contramarcha a como se vació en estos últimos años y en otros períodos de su devenir.
Pero la historia es objetiva y ambas partes siguieron conservando por cierto tiempo sus respectivos nombres, desconocemos en que momento de su decantación histórica y cultural, uno de ellos – el de Sola – comenzó a representar a todo el poblado.
“La Compañía o Sola”, área a la que debe referirse el documento, estaba conformada inicialmente por una decena de casas (no superó esa cifra) revestidas con madera machihembrada y techos de tejas francesas a distintas aguas, con el piso generalmente de madera sobre pilotes, las construcciones incluían casas de los jefes de campo, casa-correo, casa del administrador, casa de visita, oficina principal: con portales por tres de sus lados, salón grande y taquilla de pago.
Además de otras viviendas como la de la familia Herrero-Toscano. La compañía también tenía su propia planta de electricidad y campo de tenis e incluía el sitio donde se levantaría la nueva industria de azúcar. En esa relación circunscribo la mencionada estación de ferrocarril y tres inmuebles más anexos a ésta, junto a otros dos frente de ella: la vivienda del jefe de estación (un chalet también sobre pilotes a cuatro aguas), la casa del jefe de comunicaciones de la vía y la construcción aledaña para guardar el instrumental y medios de esa función. Así mismo el Complejo Aserrío (aserradero más grande que el de Ímias que contenía casa de vivienda, taller de mecánica, garaje, almacén y oficina) y la filial del Banco Trillo de Morón.
Aparte de una amplia infraestructura ferroviaria de una línea principal y dos secundarías, 3 ramales, 1 desviadero de paso, 3 chuchos comerciales, y 1 patio, conjuntamente otras instalaciones como 3 transbordadores de caña solo en el perímetro urbano de entonces. Sin dejar de mencionar los principales
beneficios del ferrocarril para el naciente poblado en aquel momento -y en parte aún hoy- y donde se relacionan , en primer lugar, el transporte de carga y pasajeros, las prestaciones de la Wells Fargo Company International, el telégrafo, el correo y la prensa diaria.Procesión religiosa católica. Intercepción Ave Villalba y Calle José Martí (1946).
En esta área radicaría todo el personal administrativo que requería el central azucarero que proyectaba construirse en el lugar. Al frente de esta empresa se encontraba el convocado señor Sola, a quien con seguridad debemos el nombre.
La fábrica de azúcar era – según algunos testimonios contradictorios y sin comprobación riguroso todavía - una pequeña industria ubicada en la antigua provincia de oriente, la que trasladarían por partes hasta este sitio o el proyecto de un central para el que ya “…habían llegado las piezas del norte…” Su nueva identificación sería la de Central Sixto en reconocimiento a un hermano de Francisco de Sola, menor en edad y fallecido prematuramente.
Los preparativos se iniciaron, gran parte de la maquinaria y el personal arribó al poblado, pero en 1921 el país fue sacudido por una violenta crisis económica que afectó a la principal industria de la nación. La compañía interesada en la construcción del central experimentó también sus consecuencias y el proyecto fue abandonado al año siguiente.
La ilusión perdida en muchas personas, al saberse la decisión de los propietarios de no continuar el proyecto del central iniciado oficialmente tres años antes, - fin esperanzador por el que habían venido -, se recobró posiblemente de algún modo al conocerse que se mantendrían las colonias de caña creadas para abastecer el “desafortunado plan” y se fundarían otras in situ.
El señor “de Sola”, adquirió las tierras con el propósito de construir un central azucarero, y es aquí donde aparece la curiosidad anunciada, el nombre que tendría,: Central Sixto, en memoria a su hermano en orden menor, José Sixto de Sola, fallecido en La Habana, con tan sólo 27 años, el 6 de febrero de 1916, hace precisamente ya un siglo.
José Sixto tenía, además de los vínculos de consanguinidad referidos, otros méritos, entre estos: la cofundación de la revista Cuba Contemporánea, uno de los más importantes esfuerzos editoriales a favor de la cultura por la primera generación republicana.
Su otro crédito destacable fue haber introducido el baloncesto en Cuba, luego promocionarlo y posteriormente crear en 1915 La Liga Nacional, la primera fundada en Cuba.
En el poblado de Sola su presencia quedó en una sencilla señalización de vía de La Línea Norte y en nuestro terreno de pelota, donde varias generaciones han concurrido y concurren para su disfrute.
Aunque el fracaso del central fue un revés insuperable para el naciente y vital desarrollo del nuevo poblado, sus expectativas le dieron un irreversible impulso a la aparición, consolidación y continuidad del mismo, prosperidad asociada también al cruce del ferrocarril norte y a un grupo de actividades económicas: madera, caña y cítricos.
Villa de Caibarien, hostal de Francisco (Pancho) Canals, ubicada en calle Línea esquina a calle Abel Santamaría (Sola 1926).
S®L∑Ñ@S La fundación del poblado de Sola se celebró oficialmente por primera vez el 28 de septiembre de 1994, al cumplirse el aniversario 74 del referido acontecimiento. Para desarrollar apropiadamente dicha conmemoración se diseñó en su totalidad La Semana de la Cultura de aquel año, jornada que también por primera vez ocurría en septiembre y enmarcando tal fecha, aspecto que ha mantenido hasta hoy. A aquella festividad conmemorativa se le denominó“El Gran Cachimbo”, coincidentemente de ella proviene el nombre y la imagen gráfica que identifica nuestra misma sección de historia local. Entre los momentos memorables del evento los lugareños recuerdan la evocación a las verbenas tradicionales de Sola, actividad conducida por el importante narrador cultural Manolo, conocido entre nosotros por su peña “El Té de Manolo” espacio de la Casa de Cultura Ignacio Agramonte de la ciudad de Camagüey, sui generis atención también causó el espectacular, insólito y explosivo concierto de la agrupación Rhodas sobre la azotea de la tienda La mantilla, en dicha etapa la más importante banda de música rock de la provincia, y por último la clarinada que rebozó la auténtica ceremonia rumbera “El cajón de bacalao” realizada en el inspirador “Patio de Manolo”, destacado foco cultural local de entonces. Con anterioridad a esta excepcional ocasión las semanas de la cultura habían ocupado dosfechas notables del municipio pero de otros ámbitos: en mayo al finalizar la cosecha del cítrico, renglón identitario y básico de la jurisdicción municipal y en diciembre en torno a la “Jornada del educador”, por la existencia en el territorio del mayor concentrado estudiantil de la provincia conocido como plan de escuelas en el campo de Sola.
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